Cuando el tipo que te acaba de agarrar del brazo mientras te dice estas palabras es un indio con bigotillo que calza un traje de seda blanco, uno desconfía.
No importa si en tu país de origen ni te paran los taxis por la pinta que tienes, Aquí ser extranjero significa que eres un “bolsillos llenos” montado en el dólar. En el barrio de Tsim Sha Tsui no podrás dar dos pasos sin que algún indio o pakistaní ( que nadie se ofenda pero no se diferenciarlos) te ofrezca un traje a medida, un reloj falso o un club de alterne.
El problema es que son muchos y tienen un sistema de venta bastante “Agresivo” que consiste en agarrarte del brazo, seguirte varios minutos o cortarte el paso, lo cual unido al abrumador gentío que recorre normalmente esa zona, hace imposible ir del punto A al punto B sin querer matar a alguien.
Pero Tsim Sha Tsui es mucho mas.
Como quien encuentra la puerta a Narnia, Entre lujosos escaparates y bajo los neones de las grandes marcas del despilfarro apenas visibles, existen un montón de estrechos callejones donde puedes encontrar cualquier cosa que imagines y muchas otras cosas que ni te atreverás a preguntar que son. Camisetas descoloridas con dibujos de mascotas olvidadas parafernalia pseudo religiosa y pornografía de los anos 60 se mezclan con Adivinos lectores de manos, Cds pirata y una horda de ancianos vendiendo lo que solo es clasificable como basura.
Pero Tsim Sha Tsui es mucho mas.
Como quien encuentra la puerta a Narnia, Entre lujosos escaparates y bajo los neones de las grandes marcas del despilfarro apenas visibles, existen un montón de estrechos callejones donde puedes encontrar cualquier cosa que imagines y muchas otras cosas que ni te atreverás a preguntar que son. Camisetas descoloridas con dibujos de mascotas olvidadas parafernalia pseudo religiosa y pornografía de los anos 60 se mezclan con Adivinos lectores de manos, Cds pirata y una horda de ancianos vendiendo lo que solo es clasificable como basura.